No hay
otra explicación a mi ausencia que la cruda realidad. Para empezar os diré que
conseguimos hacer unos días de vacaciones para Semana Santa y dejar todo aquel
enredo debidamente ordenado y a punto para poner al día nada más acabar las
vacaciones.
La cosa
fue bien durante toda la semana siguiente, es decir, por primera vez en mi
vida, me emoborraché de poder, me negué a buscar una sustituta a Nica, y
propuse que iría repartiendo el trabajo entre las secretarias de los Jefes de
Departamento. (Sabía de primera mano que no daban palo al agua). El hombrecito
lo encontró acertado, de hecho le parecía bien todo lo que yo le proponía, cosa
que no es que me mosqueara, porque una cosa es la falsa modestia, y otra la realidad,
como trabajadora y Secretaria de Dirección sé del todo cierto que soy
eficientísima, pero de eso a poder hacer lo que me saliera del sobaquillo (que
es lo que hacía) empezaba a mosquearme.
Una tía
abuela, a la que jamás conocí, había nacido en Galicia, y la abuela siempre
decía que tenía algo de “meiga” (bruja), y que yo había salido piripintada a
ella. Bueno, pues se ve que en aquéllos días mi lado de “meiga” se activaba
cada día a más velocidad.
Cuando
ya empezaba a dejar de lado todas mis objeciones y a relajarme, cayó la bomba.
La empresa cerraba. Se estaba efectuando un ERE y todos nos íbamos al carajo,
perdón, a la calle, sin indemnización, de momento, ya llegaría en su día, uno,
dos, tres, cuatro años… ve tú a saber.
A ver
hablando en plata, que del sueldo de Secretaria de Dirección no llegué a cobrar
ni el primer mes. Cuando me dieron la noticia, al principio no reaccioné. Al
rato, cuando lo hice, tuvieron que llamar a los del Servicio Técnico, dos en
concreto, para reducirme y evitar que cometiera un asesinato. Lo sé, soy muy
pasional, pero no lo pude remediar. Empecé a verlo todo rojo, luego negro, otra
vez rojo… y tomé la decisión de que debía matar al hombrecito.
Lloré
todo el trayecto desde el despacho a casa, lloré durante toda la cena, lloré
toda la noche, y me desperté llorando al día siguiente, cuando el médico (al
que mi madre había llamado), me hizo volver a la realidad. Se ve que había
estado llorando sin explicar nada y claro la familia, con muy buen tino, temía
una deshidratación, por lo que llamaron al galeno.
Me puso
una inyección de no sé qué que me hizo dormir 24 horas seguidas. Cuando desperté, estuve otro día entero que
iba y venía, es decir a ratos lúcida y a ratos zombi. Mi madre, y
esta vez ya temiendo por su propio puesto de trabajo, llamó directamente a mi
ex empresa y allí la informaron.
Dado
que era muy reciente todavía el episodio depresivo en el que me había sumido
tras la pérdida de Tessma (con dos eses) todos temieron lo peor, por lo que
volvieron a enviarme al pueblo con la abuela.
Pero
no, no me deprimí, entonces, ahora sí. Estoy que no me aguanto ni yo.
Arreglé
todos los papeles del paro, etc., y me quedé esperando,,, no sé el qué pero yo
esperaba algo. Ese algo aún no se ha producido. Bueno lo gracioso del caso, es
que cobro más del paro que trabajando, hablo del sueldo anterior a mi “ascenso”
Vale
pues ahora que ya lo sabéis, ya me quedo más tranquila, porque seguro que
habíais pensado que ya no volvería a asomar la cabeza. Pues no, aquí estoy, no
sé muy bien ni por ni para qué, pero estoy,
Sólo
una cosa más, no acabo de entender porque no me dejan salir sola a la calle, si
lo único que quiero es acercarme a casa del Hombrecito a … intercambiar “puntos
de vista”… a mi manera… eso sí. (Tampoco me dejan salir llevando una bolsa muy
chula de gimnasio que me compré para guardar los guantes de boxeo que “tuve el
capricho de regalarme” y un puño americano que me consiguió el chico del
kiosco que todos dicen que es algo
“chungo” pero yo lo veo de lo más normal. El sólo tiene algunas cosas para
defenderse, porque y creedme la gente es muy mala y rara también.
Hasta
pronto… por cierto… ¿sabías que con el puño americano se puede romper la puerta
de un armario de los buenos? Yo tampoco lo sabía. Ahora sí, y mi padre también.
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