Después
de mucho pensarlo, y dado que lo más importante, la aceptación por mi parte de
mi “hermanita” y de que quedara clarito que mi “mama”, siempre será mi “mama”.
He llegado a la conclusión de que igual ganábamos tiempo (dinero no), si sólo
os explicaba las cosas más relevantes que sucedieron hasta llegar a estas
fechas en las que, dicha sea la verdad, andamos todos de un nervioso, que ni
ayudar a la abuela a enfilar agujas podemos,
Basta
que mamá diga; “Ah” para que mi hermano Wifredo salga corriendo hacia el coche,
Edgar, salga detrás de él con las llaves en la mano, mi padre, (aún no hemos
descubierto el por que) empiece a dar vueltas como un desesperado alrededor de
la mesa, la abuela saque el rosario (de lo que sea que haya entre su bata y su
espalda) empezando a rezar a todos los santos. mi madre se parta de risa y yo
(tampoco nadie sabe por que) me parta también, pero de llanto.
Pues
eso, a lo que iba. Correrían las medianías del mes de agosto, un día de calor
asfixiante fuera de casa, ( a ver, seamos realistas Consuegra está en Toledo y
Toledo está…) pues eso, dentro teníamos aire acondicionado hasta en el baño. Un
día a mamá le dio un mareo al ducharse, (casi se cae), y al día siguiente mi
padre trajo al desconcertado señor que instaló el aire para que pusiera un
aparato en los dos cuartos de baño. Nadie puso objeción alguna.
Por
donde iba, es que empiezo, me lío, me pierdo, y … vosotros no sois de gran
ayuda la verdad….Ah si!
Pues
eso, estábamos comiendo tan fresquitos cuando la abuela soltó:
-
Rufinico, hijo (desde que estábamos en él pueblo, ella había hecho un cambio
para lo raro que nos tenía a todos en vilo) Se acerca el mes de septiembre, así
que ya va siendo hora, de que tú y esos haraganes que tienes por hijos, os
pongáis manos a la obra y empecéis a hacer el “corralillo”.
Estupefactos,
todos, hasta mi madre, y eso que ella después de tantos años ya no se asombraba
con nada de lo que dijera la abuela, la verdad es que en vez de suegra y nuera,
parecían madre e hija.
Se
querían mucho y se entendían perfectamente. Mamá ya no tenía madre y desde que
le faltó se apoyó mucho en la abuela, que la verdad, la trataba mejor que a su
propio hijo.
Mi
padre, tragándose sin masticar, el trozo de pescado que se acababa de meter en
la boca, farfulló, algo así:
-
¿Quéhhhrnnnn dice usted madre?
Ella lo
miró, mira, lo miró de una manera que si llega a mirarme a mí así, en el sitio
me quedo.
-.
Rufinico, hijo (véis estaba rara, rara) que pareces tonto! Cual va a ser? El de
la matanza. El que tenéis que ir a recoger a Ca el
Tio
Ambrosio, que le ha criao la gorrina, y ya está destetando a los gorrinicos. Ya
está pagado y todo. Así que daos prisa y acabar de comer que hay que hacer el
corrallillo en la parte de atrás, para poder traerlo y cebarlo yo a mi manera,
que a saber lo que les dará él.
Ahora,
pero ahora, sé que debería haber callado, pero no pude y pregunté:
-
Abuela ¿Para que quiere cebar un gorrinico?
Aquí
sí, aquí la mirada fue tan fulminante, que me pude colorada hasta por debajo de
la ropa, y creo que hasta mengüé unos centímetros y todo.
- Serás
tonta. “Paengodalo” así lo dijo todo junto.
Yo, que
a veces a torpe no me gana nadie, seguí
- Ya,
pero ¿para qué?
Otra
vez, pero peor, si con ésta no me quedaba claro, por éstas, que ya no
preguntaba más.
- Pues
pa que esté bien gordo y hermoso pa la matanza.
No cayó
ningun rayo ni se abrió la tierra y nos tragó pero para el caso, hubiera sido
igual. A todos se nos quedó grabada una sola palabra “MATANZA”
Mi
madre, que desde su embarazo era la única que podía decir todo lo que le daba
la gana, sin que la abuela ni tan siquiera se mosquease, con la voz más dulce
que pudo, le dijo:
-
Madre, perdone, pero igual usted piensa que ya nos lo había contado, y no ha
sido así, y nos ha cogido a todos por sorpresa.
Explíquenos
poco a poco todo ese lío del “corralillo”, la matanza ….
La
abuela Rufina, “”””S O N R I E N D O””””, le cogió la mano y le dijo.
- Pues
igual tienes razón hija. Mira aquí en el pueblo se sigue haciendo la matanza.
No, como antes, que matábamos nosotros mismos al cerdo (suspiro generalizado), ahora viene el
matarife (aguante de la respiración) y el veterinario, lo matan y analizan a
ver si está bueno para comer y ale, a aviar las carnes del gorrino.
Aquí yo
ya solté el aire, me estaba ahogando, el pescado daba vueltas en mi estómago
como la lavadora cuando centrifuga la ropa. La cabeza no la notaba yo muy fina.
Mi
madre me miró de reojo lanzó una mirada a mi hermano favorito que enseguida se
acercó a mí por si me iba.
Pero
no, no me fui, aquélla vez me tocó la versión completa.
- Y
yo, - siguió la abuela – he pensao que
nos iba a venir muy bien tener buena carne y buenos embutidos para cuando
amamantes a la cría.,
Aquella
extraña mezcla de gorrino, corralillo, amamantar gorrinos, y amamantar a mi
hermana fue superior a mí. Me levanté y amenazando a la abuela con la cuchara,
fue lo primero que tenía a mano, le dije:
- A mi
hermana no le das chorizo ni la mezclas con los gorrinos ni la vas a meter en
ningun corralillo. ¿Está claro?
Dadas
las incongruencias que solté seguidas, se ve que se asustaron todos algo, pero
es que me hervía la cabeza… Entendedlo, yo no había visto un gorrino vivo en mi
vida y la idea de tener uno en la parte de atrás de la casa, y de…. todo lo demás
que dijo la abuela se me armó un barullo en las entendederas que me hizo perder
el tino.
Me miró
como si la extraña fuera yo, YO, no ella.
Soltó
un:
-
Sabrás tú (como los de antes)
Ignorándome,
se volvió a mi padres y sus dos vástagos, metiéndoles prisa para que acabaran
de comer y empezaran a trabajar y, a mí me dijo, a mí ¿eh? A MI…
-
Violeta Davinia (nunca lo sabréis) aligera que tú te vienes conmigo a buscar el
gorrinico, mientras tu madre descansa…
Entonces,
sí…, entonces perdí el mundo, la abuela, ,mi padre, mis hermanos, mi mama y su
panza, de vista y caí redonda al suelo.
De
aquel día solo recuerdo muchos golpes, unos horribles chillidos, un vocerío de
la abuela constante,y un terrible dolor de cabeza y una cosa muy rara. La voz
de mi madre diciendo:
- Rufi,
cariño (mi padre), tenemos que pensar en cambiar de sitio
la mesa
de la cocina y la mesa también, porque con la punta casi se deja las costillas
y hoy con el mármol… mira que brecha, siete puntos le han puesto a la pobre…!
La
pobre era yo… volví a irme….
.
Ja,ja,ja, a mí tampoco me gustaría criar al animalito y luego comermelo. Pero son cosas del día a día. Besos
ResponderEliminarQué gusto da hacerte reir mi querida alecrín. Besos
Eliminarahahahahahhaa!!que m'atragantoo!!pobreta...no guanye per sustos!es genial!
ResponderEliminarEstel si te has d'ofegar pot ser que et saltis els que vindràn... Jejejeee...!
EliminarT'estimo.
Pobre Violeta! Sale de una y se mete en otra....Buenísimo de verdad!!!
ResponderEliminarIgual es genético y su creadora se lo ha traspasado...¿quien sabe?
ResponderEliminarGracias prenda.
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