Bueno,
bueno y bueeeeeeeno… Lo que llegó a soltar por aquella boca llena de dientes postizos la abuela, ni
en los mejores tiempos de la dictadura ningún político de la época se hubiera atrevido a decir.
Sacó
unas hojas, como por arte de magia, que ya me gustaría a mi ver que hacía
Einstein con ellas, si un helicóptero o una manzana glaseada.
Ella
argumentó que estaba muy claro, que sus ¿dibujos, rayas, flechas, garabatos –
letras – sabe bios? estaban clarísimos, pero claro como éramos una familia de
zopencos, tontos e inútiles, y ella ya se había imaginado que no entenderíamos
nada, pues había hecho listas individuales para cada uno de nosotros, con “nuestras
tareas diarias”
¡Qué
cara tenía la vieja! ¡Trabajos forzados eran aquello! Sólo os diré que teníamos
marcado el horario hasta para ir al WC!!!!!!!
Miré la
mía por encima y cuando se me pasó el mareo, dije que ¡nanay! que en cuanto
abrieran la piscina del pueblo, una servidora iba a espatarrarse al sol y hasta
que no tuviera la piel como un zulú no pensaba hacer otra cosa que nadar, comer
y dormir.
Dios!!!!!!!!!!!
Aún me duele ahora la colleja que me atizó. No la ví venir, estaba intentando
recoger todas las miguitas de una bolsa de cheetos, y me dio tan fuerte que di
con la nariz contra la mesa, provocándome una “HEMORRAGIA NASAL”
Naturalmente,
ante aquella sangría y viéndome en peligro de muerte, empecé a saltar, gritando
y poniendo la impoluta cocina como un auténtico matadero.
Enloquecí
algo, la sangre siempre me ha dado mucho respeto. Empezamos una carrera idiota
alrededor de la mesa de la cocina, y digo idiota, porque si en vez de seguirme,
se hubieran interpuesto en mi camino, seguro que, entre los cuatro, me hubieran
frenado (y luego la abuela dice que la única que piensa es ella).
Frené
en seco, ante la aparición en la puerta de la cocina de la mujer de la panza
ambulante, que con ojos llenos de lágrimas, unas ojeras que daban ripio, tendía
sus brazos hacia mí, diciendo:
- Hija,
hija querida (un mosqueo llevaba yo con lo de tanta hija y tanto querida). Dime,
dime qué te han hecho, quién ha sido…quién?.
Los que
me seguían arremetieron contra mi espalda y no tumbamos a la señora de puro
milagro, porque hice acopia de toda mi fuerza, en el fondo no quería hacerle
daño, ni que le pasara nada, hacía el puchero muchísimo más bueno que la
abuela!
Al
detenerme incliné la cabeza y me vi todo el camisón manchado de sangre, eso ya
me provocó un ligero vahído, pero cuando volví a levantar la cabeza y vi toda
la que estaba esparcida por la cocina, perdí los papeles y el conocimiento.
No sé
cuanto tiempo pasó, pero un olor asqueroso me hizo dar un respingo y lo que vi
al abrir los ojos, hizo que creyera firmemente que me había muerto y que,
contra todo pronóstico, estaba en el infierno.
Un ser
extraño que olía raro y que tenía como trozos de enchufes en la cabeza se
empeñaba en hacerme oler, ni quiero saber el qué , que tenía en un frasco
sujeto por unas larguísimas y cuvrvadas uñas de color granate oscuro, lo que me
confirmó que era la Sra. Demonio.
Luego supe que era Aurorita la vecina.
Poco a
poco se hizo la luz en mí, pero junto con ella, llegaron los dolores, el peor,
el de la colleja de la abuela, el otro, el otro era como una pequeña molestia
en el costado derecho a la altura de las costillas.
Mi
mente, que, a veces es muy rápida, enseguida vio el filón, y sin pensarlo dos
veces empecé a aullar que me había roto una costilla.
Luego
me supo mal, la señora embarazada se desmayó. Pobre, blanca como la cera. Me
asustó y todo. Así que para que no me riñeran decidí desmayarme yo también. Otra
vez.
Pero
claro, como ya estaba en el sofá, me limité a soltar un suspiro, cerrar los
ojos y dejé caer la cabeza como si no pudiera con ella, pero hacia el lado de
los cojines. Desmayada y herida puede, pero tonta no.
No sé
lo que pasó de vista, porque claro, si abría los ojos se descubría el pastel,
pero se oían muchas veces, entre ellas, la de mi abuela que gritaba:
. A la Violeta Davinia (nunca lo sabréis)
que no la toque nadie que voy a reanimarlo yo ahora mismo de un sopapo.
Ante
tal eventualidad, mi desmayo se hizo tan profundo, que mi hermano Wifredo (el
parao) que por eso era el más listo, vivía sin trabajar, tuvo que fingir una
repentina tos para tapar mis ronquidos. Sí señores, me dormí. Como un tronco.
Le debo una ronda de birras de un sábado que libremos, porque el muchacho se
portó.
No dejó
que nadie se acercara a mí, que cuidaran de mi madre, que él se ocupaba de mí,
Ni un pelo de tonto tiene.
Me agitó
suavemente cuando entró D. Guillermo el médico del pueblo, que, COMO ES
NATURAL, primero atendió a la gestante.
Dijo
que su estado era bueno y…. no escuché más. Luego vino hacia mí,
Señor!
Que hombre! Era como una bola de billar, redondo, lo miraras por el lado que
fuera, por arriba y por abajo, todo él una bolita. Sus dedos eran salchichitas
gorditas.
Me
preguntó que si había tenido un aborto????????????????? Aquí me lancé a su
cuello con las dos manos y a punto estuvo él animal de no contarlo. Mis dos
hermanos se pusieron uno a cada lado de él, haciendo como un caminito, pero
para protegerle.
Claro
al ver toda la sangre, que no me debía quedar ni gota en el cuerpo, en el camisón,
mi madre, ¡¡¡¡con su edad!!!! y en aquel estado pues él pensó…
Aclarados
los puntos oscuros por parte de la abuela, que sólo me miró una vez, pero que
mirada, me congeló la poca sangre que me quedaba en el cuerpo.
Le dije
lo de la colleja a propósito, a ver si la denunciaba o algo, pero no, dijo que
eran chiquilladas. ¿¿¿¿chiquilladas???? Si casi me separa la cabeza del
tronco!!!!!!!!!!!!!!!! y también el tremendo dolor en el lado.
Lo
cierto es que sí que cada vez me dolía más. Empezó, según él a reconocerme, a
meterme mano, según yo, y al final, ¡oye! que me cayó bien el abuelote,dijo,
con esa bendita sabiduría pueblerina, que al caerme seguro que me había dado
contra algo.
Ya iba
yo a negarlo, cuando el hijo de mi abuela, el Rufino dijo que sí, que me di
contra la punta de la mesa.
Pues
¡ale! ya está, Ni radiografías ni rayo que mal te parte, fisura en las
costillas y entonces dijo la cosa más dulce que se puede oir en labios de un
hombre:
- 15
DIAS DE REPOSO ABSOLUTO, LIGERO VENDAJE Y QUE NO HAGA NINGUN ESFUERZO.
Se me
saltaron las lágrimas de los ojos de la alegría, quería besarle y todo, pero
Wifredo, me paró, dijo que no diera pistas raras.
Pues nada,
aquí estamos, la señora embarazada en un sofá y yo en otro.
No sé
como la familia lo aguanta, no por mí, que sólo pido lo que necesito pero la
señora es una quejica!!!!!!!!!!!! Todo el día que si trae… que si dame… momento
que aprovecho yo para decir… al mismo tiempo podrías…
Ja!!!!!!!!!!!!!!!
Como una reina llevo una semana así. Escribo de madrugada, están todos tan
agotados que no se enteran y a la
señora embarazada le he puesto unos hilos colgando del techo, por si al ver la
luz, como tampoco duerme, le da por venir a verme, para que piense que son
arañas y no siga adelante.
En fin
amigos, que me queda otra semana de buena vida. Se ve que limpiar la cocina de
sangre fue una lucha draconiana, Jujujujujujuuuuuuuu…! Shssssss. .. (oigo pasos…
hasta mañana…)
chulo,chulo.no se de donde sacas el tiempo,para hacer tantas cosas.
ResponderEliminarTodos los días me tengo que pelear con el ordenador para poder mandar el comentario... A ver si ahora va porque llevo intentándolo desde ayer.
ResponderEliminarHa vuelto Violeta Davinia y con ella las risas garantizadas! Nos tenías olvidados, jajaja. Muy bueno, nos hemos reído mucho y más al comentarlo :))
María.