Los que quieren leer lo que se me ocurre escribir

jueves, 17 de noviembre de 2011

CAMBIO DE LOOK

Hoy, me he levantado ligera cual pluma de ave (exótica por supuesto) me he dicho: "A partir de hoy voy a ser una mujer sofisticada, misteriosa, con glamour, con savoir-faire (lo siento pero si no lo pongo reviento) expresión que siempre que la oigo, digo o leo, me hace pensar en que yo lavo los platos con fairy.
Decidida a ello he ido hacia mi armario a ver cuáles prendas de mi vestuario servirían mejor a mis deseos. Primer ZASCA! en toa la boca. Nada, aparte de que la mayoría de la ropa andaba desparramada por toda la casa (estoy convencida de que tiene vida propia y se mueve sola, digan lo que digan mis amigas), lo único que podría servirme era una blusa blanca de seda, pero nadie me avisó de que no se podía lavar en la lavadora, por lo que ahora agoniza en su nuevo estatus de trapo de cocina, pues no tenía nada.
Me puse a pensar y vagamente me vino así, como dándome un susto, algo que había oido,  "fondo de armario".
Ya está, me dije, miraré en el fondo del armario, que igual, cuando te lo venden  después de crucificarte con el precio, dejan algo, como un regalo sorpresa. Pues no, enteraillos, no, se ve que o bien eso no es lo que quiere decir "fondo de armario", o que además la estafa es completa.
Pero no me vine abajo, eso nunca. Recurriré a los pañuelos y abalorios (comprados en los chinos, todo a dos euros, todo a dos euros), que dicen que si te los colocas con estilo, cambian totalmente tu imagen.
¡Anda y qué les den a las sabiondas que lo dicen! No te cambia nada. Los granos, las ojeras, el rimmel corrido del día anterior, todo, absolutamente todo sigue igual, eso sí, con una ventaja; ahora puedes servir de espantapájaros, con una tela atravesada en la cabeza, en el cuello, en la cintura, en los pies, en.. dónde sea, porque pruebes lo que pruebes, siempre parecerás lo mismo, una mujer desesperada, que cobra un sueldo de mierda y que le pone una vela a no sabe qué santo, porque encima  no soy creyente y no tengo a quién encomendarme, para no engordar más alla de la L, y poder seguir comprando en esas tiendas de low-cost, o outlets, que,  vale la ropa es una mierda,  y a las tres veces que la has lavado hay que tirarla, por eso yo ni me molesto en hacerlo y la dejo caer por ahí, para que siga su vida, pero es asequible. Bragas, cada tres meses, al menos, puedes comprar. Alguna camiseta., es igual.
Lo esencial es que para mi cambio de look no disponía de ninguno de los elementos necesarios, ni de los más básicos, eso también era de "oidas", porque no tenía ni idea de cuáles eran.
Me metí un vestido tubo de lana encima de unos leegins, me calcé con unas bototas (qué le den también a la Tessma con dos eses) me malpuse una bufanda, el abrigo encima y al cotidiano luchar para comer.
Iba tan distraida en el Metro, que un poco más y me roban. No sé el qué, porque nunca llevo nada en los bolsillos y el bolso mochilero horroroso lo llevo siempre colgado delante como si fuera un crío.
Como decía iba yo a mis cosas de look y tal, cuando sentí como un escalofrío por todo el costado izquierdo.
Sí lo sentí, ¿qué quereis? una es de carne y hueso, y cuando lleva tanto, ejem, ejem, algun tiempo de secano, pues como que está más sensible...Lo que me pareció en mi bendita inocencia una caricia de algun admirador tímido, no era otra cosa que la mano de un bueno para nada que se había metido en mi bolsillo y hurgaba y hurgaba buscando algo.
Le dí un mamporro con el codo en todo el pecho que se quedó sin habla, monté un cirio de mucho cuidado, grité histericamente, hasta espasmos convulsivos tuve y todo, pero os juro por éstas, que ése no vuelve a
meter la mano en un bolsillo ajeno en mucho mucho tiempo, o quizá sí. Hay tanta necesidad.
El personal, más el masculino que el femenino, (no soy una jovencita que digamos, pero aún se me puede mirar, tengo un culillo respingón que es mi orgullo íntimo) se volcó, literalmente, vamos un poco más y me asfixian, en mí. Yo lloré y todo. No hacía cuento, pero me vino bien porque estaba triste por lo de mi
perdida sofisticación.
 Me confortaron mucho, pero nadie me invitó a un café o a algo, pasados dos minutos cada mochuelo a su diario, libro y/o musarañas.
Cuando llegué al trabajo lo explique con tal lujo de detalles, que no creo que ni del CSI hubieran sido tan minuciosos.
Pasados mis cinco minutos, escasos, de gloria, seguía yo barruntando en lo de la sofisticación y se  hizo la luz. Tessma (con dos eses), estaba algo rellena, para que nos vamos a engañar, pero llevaba siempre unos conjuntos de ropa, zapatos, joya, pañuelos (perdón foulards) maquillaje, que la verdad, estaba divina de la muerte.
Ni corta ni perezosa me levanté y fui a su despacho. De camino, recogí un café, secarina, azúcar, café con leche, capuccino, y una caña de chocolate, porque cómo nunca sabíamos lo qué nos iba a pedir, pues ir bien preparada. Además el chaval  al que le tocaba el turno hoy, aún no había conseguido abrir del todo los ojos, y mucho menos levantar  sus posaderas de la silla.
Así preparada hice toc, toc, humorísticamente, o esa era mi intención, en el marco de la puerta abierta de su despacho, siempre, casi siempre cuando estaba el Gran Jefe no, lo esta, a modo de sutil y graciosa broma entre compañeras.
La mirada que me lanzó me clavó a la madera.  Era para batirse en retirada. Mi fijación era tal, que nada podía detenerme. Sonriente, sólo la naturaleza sabe como lo conseguí, le dije en el tono más agradable que encontré en mis registros: "Hola Tessma (con dos eses), mira te he traido varias cosas para que elijas y empieces el día con una sonrisa".
Empezaron a temblarle los labios y la barbilla, se le llenaron los ojos de lágrimas y pensé; ¡Ay no, por favor qué no llore! que yo si veo llorar a alguien, aunque no sepa por qué lo hace, me solidarizo y lloro.
Dejé la bandeja (tuve que usarla para llevar el material del chantaje) y rodeando su mesa, apoyé la mano en su hombre balbuceando: "Pero, pero mujer ¿qué te pasa', ¿que ha pasado alguna desgracia en tu familia? ¿no te encuentras bien?
No me dejó seguir, previo alarido me pregunto ¡CUANTOS AÑOS TIENES?. Mira si me pinchan no me sale nada. Aterrada y encoméndadome a todos mis antespesados, (a ellos sí que les tengo ley), contesté, voy a cumplir los 37 en diciembre, eso sí, lo dije en voz muy, muy bajita.
Tirando la silla al suelo se levantó, los ojos de por sí saltones, parecía que le iban a caer en la mesa de un momento a otro, colorada como un pimiento del piquillo y aullando como gata en celo, dijo: (Perdón, pero para situaros mejor, a todo esto, yo ya estaba pegada contra la pared, y con una carpeta en la mano por si se hacía necesaria la defensa).
- ¿Lo ves, lo ves? a ti también te lo hubiera hecho, sí a ti, tan mona, tan joven (¿¿¿¿????) (no creí oportuno darle mi parecer) porque el muy cabrón se ha ido con otra, y no creas que es ni parecida a mí, pobre infeliz, es una mierda de bulímica esmirriada, pálida y contrahecha, que sólo tiene 28 años.
El lagrimal con los diques rotos soltó toda el agua retenida durante la parrafada y sonó a tren antiguo con locomotora de vapor
Por el rabillo del ojo vi que se amontonaba el personal en la puerta, y en un acto insólito en mí, por su buen acierto, corrí a cerrar la puerta.
Regresé a su lado y empecé la retahíla de mentiras que siempre se sueltan en estos casos, una ha vivido ya lo suyo y ha hecho amistades y claro, aunque sea poco, algo aprendes.
- "Tranquila mujer, en cuatro días se cansa y la deja. Todos iguales ven unas tetas redondas tiesas y sin silicona y se pierden, pero el amor de verdad, ése, no logran olvidarlo, ya verás como volverá. Cuando lo haga tú hazte valer y"... y me callé porque Tessma (con dos eses) me miraba con una cara tal de asombro, que de verdad que hizo que me preocupara por su cordura. En silencio la miré espectante..
_¿Me estás diciendo que mi marido me engaña? ¿Qué tú lo sabías y no me habías dicho nada?
Su furor crecía pero mi miedo iba más rápido, así que la interrumpí y empecé a hablar alto y muy rápido:
- No, no, yo, ¿qué voy a saber yo?, pero como has dicho que te ha dejado por una más joven... pues claro...pensé...
Ahí su mirada cambió. Paso del furor a la compasión humillante en un pis pas,
.¿Mi marido? Pero ¿Se puede llegar a ser más tonta?
Pues sí, sí se puede, porque yo se lo dije, claro me aturullé y no sabía muy bien por donde iba.
- No ha sido mi marido, ignorante, (aquí mi mente se disparó, ¡claro! la del amante era ella). Ha sido, ha sido(entre gemidos y suspiros) mi estilista.
No caí redonda al suelo porque tenía el culo bien apretado a la pared, en mi asombro, no se me ocurrió nada mejor que decirle:
- Vaya, pues así no es tan grave, yo precisamente venía a preguntarte cómo podía crearme un look más sofisti...
Callé, su  mirada asesina fue como una premocición.
¿Look? ¿Tü? Anda y vete a freir huevos, cazurra, tú sabes lo qué cuesta conseguir un estilista en exclusividad, hasta las bragas que debía ponerme me decía.
Abochornada y avergonzada, sin decir nada más me fui, pero iba pensando "Así que eso de look, glamour y chorradas de ésas, no es de nacmiento, es de pagamiento".
Me senté en mi mesa, aparqué el look sofisticado y ... sonó el teléfono, era Tessma (con dos eses), que me pedía, como íntimas y buenas amigas que éramos (¿¿¿¿????)  que guardara en secreto tal disgusto. Lo aseguré que así lo haría,. en nombre de nuestra amistad (¿¿¿¿????).
Estoy acabando las últimas 100 fotocopias explicando el asunto, todos mis compañeros de sección se encargan del reparto. La hora del almuerzo será gloriosa. A la mierda la sofisticación!!!!!

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