Los que quieren leer lo que se me ocurre escribir

miércoles, 7 de marzo de 2012

JAMAS VOLVERE A MASCAR CHICLE !!!!!!!!!!!!!!!

Bufffff...!!!! Perdonadme chicos, pero es que hasta hoy, desde el día de los filetes voladores, no he tenido ni un sólo momento para deciros hola.
Imagino que muchos pensaréis que mi ausencia la ha motivado mi nuevo puesto de trabajo (por si alguno aún no se ha enterado soy la Secretaria de Dirección de la empresa en la que llevo 4 años trabajando) . He sido ascendida recientemente, por motivos que ya muchos sabéis y los que no tenéis ni idea, pues casi mejor que ni os lo explique. Si tenéis mucha curiosidad pues... leeros todo el blog hasta que lo encontréis. Cotillas!
Bien, pues en parte sí y en parte, no. Voy a intentar  ir poco a poco y ver cómo os lo explico sin  que ninguno perdamos el hilo.
Después de la famosa y ya excesivamente comentada comida a la que me refería al principio, en contra de lo que todos, mi familia claro, pensamos, la tarde fue como una balsa de aceite. La verdad es que fue francamente aburrida, al menos los veinte minutos de ella que yo recuerdo.
Los que podían andar  y tenían un buen motivo se largaron a la primera oportunidad y los que no, o sea una servidora, más los otros dos miembros femeninos se quedaron. No es que las que se quedaron conmigo no pudieran andar, que saber sabían y poder podían, pero lo hicieron  tan sólo para vigilarme.
Al principio disimulando:  La abuela: "Pues creo que voy a llamar a la Filo y decirle que hoy ---- tampoco ---- voy a salir a paseo con ella, me siento algo entumecida  después "del trompazo" (mirada de reojo hacia mi persona) si me quedo adelantaré la labor de ganchillo" Mi madre: "¡Ay sí! hoy que podía ir a algun sitio, me siento muy cansada, casi mejor me quedo contigo Rufina y contigo cariño (yo).
La mosca hacía ya un buen rato que la tenía detrás de la oreja,  desde que mi padre cuando se fue me dijo al tiempo de darme el "clásico" besito, me susurro: "¡Más te vale que cuando vuelva estén las dos vivas!". Callé por no liarla y porque soy de buen natural, pero me costó, la verdad.
Entre la abuela ganchillando, mi madre haciendo punto de cruz y la tele-novela dando el coñazo, no tardé ni 20 minutos en anunciar que me iba a echar una siesta. Ni os cuento la cara de alegría que se les puso a las dos, Para fotografiarlas, guardarlo, y sacar la foto en un momento adecuado para el chantaje. Tan dignamente como mi altura, natural torpeza e incordio de la muleta me permitieron salí del salón y me fui a mi habitación.
Nada más entrar en ella ya me arrepentí. Madre del amor hermoso, cómo se notaba que habían pasado por ella las manos de las dos mujeres mayores de la casa. Relucía. Brillaba tanto que bajé la persiana un poco. Miré en busca de algo que me permitiera protestar y lo que encontré fue un paquete de chicles de esos nuevos tan requetebuenos. Total me metí tres de golpe en la boca, puse música y puestos a aburrrirse, mejor hacerlo descansada, me tumbé en la cama.
No sé que hora sería, pero no se veía un pijo, cuando desperté asustada.  Mi sobresalto era porque soñaba, o eso creía yo, que me estaban ahogando con un hilo de seda, como en la tele, cual no sería mi asombro cuando una vez despierta seguía notando que ne asfixiaba. No es difícil  imaginar la que organicé.  Golpes contra la pared, chillidos (que para mí eran ahogados) pero para el resto de la familia no. Total los cinco miembros que tan a gusto estaban en el salón corriendo otra vez como el Séptimo de Caballería por el pasillo. (Suerte que la Filo, la amiga de la abuela, que vive en el piso de abajo, está teniente del todo de ambos dos oídos, porque sino seguro que ya nos habría denunciado).
Encabezaba la comitiva mi padre, que mucho fanfarronear de que es un duro, pero a la que me pasa algo, el pobre se desvive, o se asusta, no losé de cierto, pero correr,  corre. Abrió la luz de mi habitación con lo que además de ahogada quedé ciega. Corrió hacia mí, me incorporó, y noté como un estirón en la cara y su voz chillando: "¿Pero qué es esta asquerosidad?".
Para mis adentros pensé, hablar podía, pero como aún no sabía de qué iba la historia preferí aguardar acontecimientos, pues vaya una casi se muere y su padre la llama asquerosa, y luego hablan de amor familiar,
El chillido de mi madre me alarmó de verdad. Fue como el grito de guerra de los apaches: "Hiiiiijjjjjjaaaaaaaaaaaaa". Fijaros si me asusté que pensé que igual me había muerto y todo y mi padre con la natural sorpresa  había dicho lo primero que le pasó por el caletre.
Me di cuenta de que estaba viva, cuando las manos de la india, empezaron a pegarme unos tirones en el pelo como si quisiera arrancármelos de golpe, o descabezarme, nosé de cierto cuál era su intención.
Me defendí, naturalmente, no ocurriéndoseme nada mejor que hacerlo a patadas, con lo que ni os cuento lo que protestó mi pie. La abuela, como siempre, fue la que consiguió mediar y, lo que realmente tiene mérito, salir indemne en el embrollo.
Resulta que me dormí con los tres chicles en la boca, (me da vergüenza pero he de decirlo), cuando duermo, abro la boca y babeo.
No sé si ya os había dicho que de toda mi anatomía, lo más hermoso, lo que todo el mundo mira primero e incluso llama la atención, es mi pelo. Tengo una melena que es mi cruz y mi gloria. Cruz por el trabajo que me da mantenerla impecable y gloria por lo vistosa qué es. Bueno pues ya no lo es, es decir, ya no la tengo, vaya que me la han cortado. El chicle se enredó en ella de tal manera, que por más aceite de oliva, jabón, y hielo que me pusieron, el  chicle no salía de entre ella ni queriendo.
Por unanimidad familiar, salvo mi voto en contra, se decidió que al día siguiente, debidamente vigilada, mi hermano el que no trabaja se ofreció voluntario, el cara girada ése, si le pagaban la peluquería a él también, que sería llevada a...a "ese lugar" y mi cabellera dejaría de serlo, dejando a mi persona sin su más bello atributo.
Lloré, chillé y me miré al espejo. Lo siento no puedo explicaros lo que vi. Fue tan doloroso que me fui a la cama sin cenar, no  hacen falta más explicaciones, el que me perdiera una comida conmocionó a toda la familia.
 Eso sí, la abuela, sólo ella y sus manos saben como lo hicieron, consiguió meter todo mi pelo en un gorro de ganchillo. Me dormí llorando... y... mañana... os cuento el resto.

1 comentario:

  1. Es divertido y triste a la vez, lo digo por tener que cortar ese hermosos pelo. Pero como crece pues esperamos que el dolor se mitigue. genial preciosa. Un beso.

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