Los que quieren leer lo que se me ocurre escribir

lunes, 15 de octubre de 2012

EL TRASLADO!!!


Hoooolaaaa…! ¿Queda alguien por ahí?... Sí…! Qué majos que sois…snurrrfsss…. churrrssssffffissshhh…! Ay!!!.
Lo sé, lo sé, dejaros como lo he hecho no merece ni que me miréis a la cara, pero es que sinceramente, no he tenido alma ni para moverme.
A ver si me acuerdo… Ah! Ya… ya lo tengo, os dejé después de que la abuela Rufina pusiera el Ejército del Zar a trabajar (más que remeros en galeras) y todos, es decir… mi padre, su mujer, (lo siento desde que va deambulando con esa panza no me sale llamarla de otra manera) la abuela Rufina, mi hermano el que trabajaba (poco y menos ganaba) el otro (el parao) y una servidora (Violeta Davinia  y nunca lo sabréis) caminito del pueblo, cargados como burros, pero burros de los de antes, de los que llevaban el botijo colgando, pues de esos.
La llegada al pueblo fue sonada, y digo sonada, porque todo lo que habíamos conseguido comprimir en la furgoneta que mi padre alquiló, tan pronto abrimos las puertas traseras, salio desparramándose por el asfalto y haciendo un ruido similar al que hacían las bombas en la guerra civil (eso fue lo que dijo Aurorita la vecina de la casa de enfrente) cuando salió, escoba en ristre dispuesta a enfrentarse a todos los demonios, que eran muchos, que cada día la acosaban.
Curiosa Aurorita. Me fascina. Ya no cumpliría los 70, no. Hacía tiempo que los había superado y seguían llamándola así: “Aurorita” me llegan a poner ese nombre y llamarme así y me deshijo fijo.
Vale, vale, es que me voy… pero, entendedme coñe! que es mucho lo que he pasado, como para que ahora pueda contarlo todo así de golpe.
Debo aclarar que nuestra llegada al pueblo se produjo a las 5 de la madrugada. Hora en la que aún no había cargado la escopeta ni el aguacil, el Bartolo, muy buena persona, pero bruto, hasta decir basta. Decía que era la Autoridad y que por eso llevaba un arma.
Eso sí, los cartuchos estaban vacíos, es decir sin pólvora. No preguntéis. Forma parte de esa especie de leyenda pueblerina que  todos mantienen como en secreto, pero que nadie sabe por que existe.
El día, bueno la madrugada de la llegada hasta la puesta del sol transcurrió en un loco ir y venir de la furgoneta a la casa, de la casa a la furgoneta, agacharse, recoger, tirar, romper, reñir, llorar… un lío tan gordo que yo me perdí.
Sí, me perdí en los escasos cinco metros que separaban la furgoneta de la entrada a la casa, en un momento dado, algun resorte de mi mente se estropeó y me perdí.
Me encontró mi hermano (el parao) dando vueltas sobre mí propio eje, ya de forma algo elíptica, me empezaba a marear, babeando, llorando y pidiendo a gritos que me trajeran a mi Panxo.
Panxo fue y será siempre el amor más grande de mi vida. Un peluche que no se sabía muy bien a que animal representaba. Una mezcla entre koala, oso panda, canguro y burro precioso. Me dormía mordiéndole las orejas, por lo que al final su cara empezaba justo a la altura de la nariz. Noches enteras sin dormir les costó a mis padres su muerte. Muerte atroz en la lavadora. Centrifugándolo sin parar, yo lo quería seco, no mojado.
Bueno… que me vuelvo a ir… pero bueno tampoco es tan malo, porque tengo tanto, pero tanto que contaros, que porque, hoy, en el primer día de nuestro reencuentro os hable de mí tampoco pasa nada.
Ya me conocéis, no suelo ser de esas personas que sólo les importa su vida y a los demás que les den! Ni de lejos soy yo así.
Bueno, igual, algo sí. Pero yo lo llamo sinceridad.
Pues eso, mi hermano (el parao), me paró me llevó dentro de la casa y me sentó en una silla en la cocina.
Acertó a pasar por allí la “señora embarazada” y al verme, parece ser que tenía la cara de color limón, tuvo la delicadeza de preocuparse, a buenas horas, por mí y me preguntó que cuánto hacía que no comía.
Yo no recuerdo nada más, pero cuentan, aunque ya sabéis que en mi familia son unos exagerados, que los ojos empezaron a girar en sus órbitas y una babilla me colgaba de la boca y que, al parecer, intenté morder el brazo de mi hermano al tiempo que gritaba: “Pan, quiero pan y agua”, hasta los esclavos romanos tenían derecho a eso.
Se ve que con tanto jaleo, ni me enteré de que todos, absolutamente todos habían desayunado, comido y merendado y ni cuenta se dieron cuenta de que yo no estaba allí.
Tal era el trance profundo en el que me habían sumido las circunstancias que mi olfato, muy hábil en esas cuestiones, no percibió los efluvios emanados de los alimentos que, sin vergüenza alguna, “ellos” se habían tragado.
La verdad es que no hay mal que por bien no venga. Me trataron como a una reina, bebida, (coca-cola) y comida, mucha y buena, croquetas de la abuela, chorizo, lo agarré con una mano y a mordisco limpio no lo solté hasta que sólo quedó el colgajo con la etiqueta, y demás cosas que me habían estado prohibidas durante meses.
Claro, después de tal comilona, me dormí allí mismo, encima de la mesa.
Entre los tres hombres de la familia me llevaron a mi cama y allí permanecí durante 24 horas seguidas sin despertarme ni para hacer pis, según cuentan, me levantaba dormida, iba al WC, pasaba por la cocina cogía lo primero que me parecía comestible, así fue como me comí un melocotón de cera, y volvía a la cama.
Cuando al fin desperté, todo estaba ya en su sitio y a excepción de las suspicaces miradas que me lanzaban, no hubo ningun otro signo de que pensaran que todo había estado premeditado.
¡Desde luego ni de la familia puedes fiarte!, lo que son capaces de imaginar. Pensar mal de mí.
En fin, ya situados, hasta mi ropa estaba colgada en el armario, se ve que “en sueños” vociferé que hicieran el favor de colgar bien mi camisa preferida, pero fue eso… “en sueños”… por hoy os dejo, con la firme y esta vez real promesa de que mañana más, y al otro, y al otro… porque es un empezar para no acabar… Ya veréis ya… la realidad supera la ficción del más loco e imaginativo
cerebro conocido.
Nos vemos… ¡eh! no vayáis a dejarme plantada. Mañana más.

6 comentarios:

  1. Ojo, que yo tampoco sabía de este blog!!! Deseando estoy de tener ese libro entre las manos, preciosa. Un abrazo!

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  2. Me encanta ,buenisimo,me recuerdas a Carmen Laforet ,no se por que...lo dicho muy bien.
    Espero más.

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    1. Juan...? No sé que puede recordarte en mi a la Dama de Ojos Bellos. Pero se agradece mucho tal cumplido.
      Gracias

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  3. Me ha gustado mucho, pero nos dejas con la miel en los labios, esperando más! No faltes a tu cita que yo no faltaré!

    A mi hija le ha encantado! ;))

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    1. Me alegro pero Violeta Davinia (nunca lo sabréis) está muy loca. Jejejeee...!
      Besos a las dos.

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